El hombre con su sexo se derrite frente a la rockola
busca unas monedas y se percata de su ausencia
trata de emitir un gesto
mira a su alrededor
y se descubre en otro gesto
El hombre se acerca a una muchacha
quien le da la bienvenida
con el ruido asfixiante de su sonrisa
Negocian una danza siempre y cuando
coincidan melodiosos en el zigzagueo
la chica ofrece la única propina mal ganada
y marchan juntos hacia el aparato reproductor
de discos quemados
La variedad angustiante de la monotonía
amenaza con abrazos obligados
por la ley interna de este puterío
resignados encuentran lo más popular de Alci Acosta
y sonríen como conspirando frente al proxeneta
Se toman de lleno el centro de la pista
y bailan
bailan
como muertos abrazados de ataúdes
mientras se descubren fenecen susurrando al oído
una letra mal pronunciada
Descubren la casualidad de los latidos
que los conduce a la eternidad como un prepucio
que se produce
después de un coito
bienaventurado de reiteraciones sabatinas
[...]
Rojo intempestivo
Es tiempo de vendavales
el rojo intempestivo merodea las cloacas
de este cuerpo enfermo de rabia
la noche abarca nuestro pequeño espacio destruido y abandonado
homeostática torpedea sus retornos
en tiempos intransigente indefinido
A su lado la sustracción de mi mano
al mío la palabra última jamás dicha
golpe con puño cerrado
la nubosidad de un ayer transparentado
Rojo intempestivo
el suelo arrojado canta lacrimoso
su divorcio en series dosificadas
Pasará en algún retorno el temporal
y después reconstruiremos
esta casa enorme
como un burdel
al que en la noche llama mundo
Erick Tomasino
San Salvador, 1982.