viernes, 16 de octubre de 2015

A qué escribir



Playlist: «Dinosaurios» de Fobia. Nada de qué escribir. Todo se pierde como esa imagen acuática del vídeo. Afuera la ciudad, ella y la enorme contemplación del vacío, de algo que se perdió, tan lejano como la intensión de escribir.

Pasar horas en los portales porno, pasar horas viéndole el culo y las vaginas peludas a actrices porno que fingen ser amateur, que fingen más orgasmos que estrellas en el universo. La pantalla se rompe, vuelvo al papel, nada sirve y después de semanas no entiendo mi propia letra.

Playlist: «Rompecabezas» de Los Concorde, la voz sensual de De Lozane. Audífonos. Sonido estereo. La ciudad llueve y nada sirve. Leo fluctuantemente, me pierdo, la tv encendida, las pupilas dilatadas y todo se vuelve a perder. Letra en aerosol. Sigo sin entender. Una nota que intento escribir. Todo se pierde y me pierdo a la vez, una vez por vez.

Pasar horas viendo en instagram las fotografías que nunca tomaré, de la vida que nunca viviré de un escritor rockstar que nunca alcanzó a llegar a ningún lado.

Playlist: «Quisiera saber» Los Daniels ft Natalia Lafourcade, una taza de café y la luz oscura de la tarde. El ruido del silencio que habita el día que cae lento sobre lo que nunca hago, pierdo los detalles en la idea del proceso, lo artesanal es snob. Rompe el humo, rompe todo lo que no fluye. Las palabras que no existen. Vacío al fin de cuentas.

Vagar es lo mío, lo de ir de un lado a otro, divagando y sin llegar a ningún lado, sin saber nada, sin encontrar, sin saber, como lo inexistente.

Playlist: «Bailando solo» de Los Bunkers.

16:58, 16 de octubre de 2015
Tegucigalpa

martes, 11 de agosto de 2015

Salvador Madrid en dos fragmentos



Confines

Éstas son las causas,
el silencio y la voluntad que le precede,
la pérdida, lo imperioso de verse así mismo
en una luz molida por las rendijas.

No hay regreso,
apenas una estación y sus podridos frutos.

No hay un país
sólo una tierra
unida al cielo por las humaredas.

No está el hombre, sólo una hojas
llevadas por ese ruido que se supone es el viento.

Si todo fuera como un cuadro de Bosch
para tomar una lanza contra el enemigo,
pero aquí, bajo esta oscuridad, no hay dilemas.
La bondad no sirve. La maldad no existe.

Un pez muerto
es el habitante que mira el horizonte.

Y no hay tedio
ni espera.

[...]

Sueña la sed

En la espera se hunde el cielo
y la paz emponzoña la tierra
donde el pez despierta de su pesadilla.

Un día que oscurezca después de dormir,
un dominio simple
como tener piedrecillas en las manos
y al frente un lago.

De lo invisible surgió esta carne,
el arpa donde se enredó un cuervo
y la fiebre que adora su ombligo
sobre los ojos desorbitados.

Una tierra fue mía, antes.
Hoy poseo el jirón de su ceniza.

Y espero.
Soy un espejo
donde el límite es desflorado por el infinito.

Algo cae
y espero.


Salvador Madrid
(1978)

domingo, 10 de mayo de 2015

Carlos Ordóñez: Disturbio en el fragmento 119 de Heráclito



Muy cercano a una honda belleza, una belleza que sólo el lenguaje puede alcanzar, el Disturbio en el fragmento 119 de Heráclito es la miga de pan que de los días de fiesta desean los grandes comensales de la mesa. Digamos que hablar aquí de lo bien escrito que está, que las imágenes y el uso de una metáfora verdaderamente profunda, sería enredarnos, así que alcanzaré a decir antes de que ustedes se aburran y me manden a la mierda que de Carlos Ordóñez toda la fuerza contenido en este libro que se aprende solo: como los colores en los atardeceres, como el sonido del agua entre las piedras cuando fluye tempestuoso en su cauce al mar desde los ríos.

***

Cartografía de las ruinas

Bajo la noche en que los galopes fisuran las cuerdas del silencio, entre los escombros de un puente en vilo, donde arrojé mi niñez contra la corriente de algas y peces endebles, bajo los soportales donde acude mi voluntad a descubrir el resplandor.

En mi memoria contemplo la danza de los insectos alrededor de la luz, advierto la puntada del marfil en la herrumbre de mi corazón. Vienen a mí las espirales del presagio: oigo nudos vivientes dentro de un albergue sin ventanas, los signos se ocultan sobre la durmiente del tejado, las flores enfermas reposan ante el acto de la yema de los dedos.

No conozco canto más dulce que el verde gorjeo de un pájaro enredado en las venas de la mediaurora. Mi voz se desliza entre las manos de aquel que en su videncia aguarda la revelación de la luz y canta sediento en las ceremonias de los zahoríes. Mi voz es el eco inmerso en la caverna, la sílaba que silba la sombra del viento. Allí abro el cuaderno teñido con sangre, allí corto el árbol para incendiar la casa del augur.

Refulge el licor deletéreo en las brasas del sufrimiento; la piedad devana lirios para los muertos; habita el silencio, el consuelo, junto al fogón de la madrugada, y así nace la claridad: revive la savia del arcano en la oquedad de las jícaras, de sus profundo pozos surge la tempestad.

pág. 25.

miércoles, 29 de abril de 2015

De los libros olvidados: Livio Ramírez, 164, poesía moderna


Un hombre que cae en el tenebroso laberinto de la memoria puede ser considerado un hombre cuyo corazón late en una frecuencia distinta a la nuestra. Un hombre que puede ir y volver de la oscura sombra que nos acompaña es alguien a quien uno tiende a valorar por su enormidad.

De las anécdotas más hermosas que me han sucedido en este último mes que ha estado lleno de cosas hermosas es haberme encontrado con Livio Ramírez en una imprenta de Tegucigalpa, él viendo los últimos detalles de un trabajo antológico, yo viendo los detalles de nuestra más reciente publicación en subVersiva. Lo primero que me preguntó era si conocía a Nincy Perdomo, le dije que sí y los ojos se le llenaron de cierto brillo, de ése que sólo es posible cuando existe complicidad y antes de que el mundo nos interrumpiera con su cotidianidad me confesó que tiene mucha fe en las voces nuevas de la poesía hondureña, que Nincy le parecía una de las voces más potentes, que nosotros (él y yo) tenemos que sentarnos a platicar con mucha más calma que la que posee lo fortuito.

Y es así como recuerdo el haber arrebato de entre la pila de libros usados en las cercanías de Casa Alianza el cuadernillo «164, poesía moderna», editado por la Dirección de literatura, Coordinación de difusión cultural / UNAM, 1991.


Palabra
no me traiciones
no te me rompas a mitad del vuelo
prefiero que me enseñes
la forma de matarte
si no me das el fuego que yo quiero.

[...]

Muerdo mi propia sangre
diariamente
cada instante
pregunto a mis verdades
me escucho
con profunda desconfianza
toco a muerte
el íntimo tambor
a ver si no se rompe
con mi nombre
llamado traidor
al ojo
si no llega al subsuelo de la imagen
practico la acrobacia del yo mismo
en el fondo la vida es cuestión de salto mortales.

[...]

Tengo ahora
nostalgia de yo mismo
y me quedo sin tiempo
en niño antiguo
y de verdad el pájaro es el pájaro
y un caballo de amor
el aire tiene
son las tres de la tarde
está lloviendo
mi padre habla del mar
siento los peces
mil novecientos livio
y era entonces
un cielo mío
vivo
ciertamente.

[...]

De
mi
ciudad
recuerdo
sobre todo
un reloj
donde
la muerte
le
habla
a sus habitantes
con aterradora
exactitud
desde
siempre.

viernes, 10 de abril de 2015

Néstor Ulloa en dos fragmentos


Patente de corso

De repente
te das cuenta de la ventana abierta en tus manos.

Después de eso,
uno se cree con derecho a cambiar el mundo

[...]

Insomnio

A veces despierto
buscando
la clara certeza de tu cuerpo
entre estas manos llenas de pájaros.
Pero entonces me convenzo
que estoy despierto
y que este galope de cien caballos
que me destroza el pecho
me grita tu nombre con la fuerza de un disparo
y me arrastra
hasta tu noche.










Néstor Ulloa
Comayagua, 1978.

martes, 17 de febrero de 2015

Cuerpos, relatos eróticos por mujeres


anoche, cuando recién llegaba a casa con el libro en mano, lo primero que me dijeron al verlo fue «¡ah, para mojarse leyéndolo!», claro que yo no lo había pensado así.

***

Ella entró al cuarto cansada.  Sobre la cama estaba él, roncaba. Se quitó la blusa, luego la falda. Él, roncaba. Se sentó en la orilla de la cama. Lo observó. Cerró los ojos y respiró profundo. Soltó su pelo, lo acarició. Recordó aquella vez en casa de sus padres. Cruzó las piernas, un calor invadió su vientre con los recuerdos de aquel cuarto pequeño, incómodo. Donde el suelo se volvía un estorbo, límite para las caricias. Abrió los ojos. La habitación estaba obscura. Solamente se escuchaba el reloj y sus ronquidos. En qué momento pasó esto entre nosotros. El allá, yo aquí. Antes luchaba por no caer en sus labios. Trataba de no desear  arrancar su piel y cubrirme con ella. En qué momento pasaron a ser mejores mis sueños que la realidad.

Abrió los ojos. Los ronquidos de nuevo. Volvió a cerrarlos. Comenzó a acariciar su muslo, su entrepierna. Mientras él roncaba, sus latidos aumentaron. El calor comenzó a subir en busca de un ritmo. De pronto, los ronquidos de su esposo dejaron de ser importantes, hasta volverse eróticos. La cama adquirió movimiento y por un momento sintió como si ésta hubiera sido arrancada del suelo y la elevara. Con cada movimiento de su mano, se excitaba más, y de pronto estaba ella sola, iluminada, llena de gracia por ese orgasmo que fluía una y otra vez, sin descanso. Trató de no gritar, un leve gemido fue lo único que pudo liberar. Esa noche durmió como un bebé. Al otro día, ella preparó el desayuno cantando. El la observaba, extrañado. 

      –Parece que hoy amanecieron contentas 
      –Sí, ayer dormí de lo mejor.
     –Qué bueno gorda. Ya muchos días que llevas sin dormir. De plano lograste dormir porque no ronqué. 

     Ella sonrió mientras servía el café.


Love madness de Marilinda Guerrero Valenzuela | pág. 121.

domingo, 1 de febrero de 2015

Labios de Maurice Echeverría (o una narrativa sin mojigaterías)


«Alquilaron películas porno con lesbianas de todos los colores, luego se hundieron en una cogida insolente y calculada.» Así comienza la historia de Irene y Alejandra. Historia narrada desde la voz voyerista del tercer personaje de la historia, alguien del que jamás sabremos su rostro ni su nombre pero que por alguna extraña razón da la sensación de ser físicamente muy parecido a Maurice Echeverría.

En Labios, novela que además ganó el Luis de Lión de novela corta en 2003, Echeverría narra la historia accidentada de una pareja de lesbianas. Historia marcada por el amor-desamor-amor-desamor constante como el mal rendimiento de los jugadores del Marathón. Con cada capítulo el lector se adentra en una historia cada vez más bizarra, que va desde el simple engaño amoroso de una de las partes hasta el entramado de citas de carácter sexual que se va buscando la otra, hay dos puntos que te erizan los pelos pero sólo uno comentaré, el de la madre que en un ataque de ansiedad, de desasosiego o simplemente de su impotencia para cuidar de su hija, la abandona para ir a beber algo a un bar, para ir en búsqueda de sexo sin que importe mucho si es con un hombre o una mujer, al llegar del bar con Alejandra, la madre por instantes la deja sola y cuando Alejandra decide buscarla la encuentra en la habitación de la bebé, la madre le practica sexo oral a su hija envuelta en llanto justificándose en que es la única forma de calmarla, la otra en shock, abandona la escena.

Hay puntos en la novela en los que no se puede distinguir qué historia se está contando, si es la historia de un narrador que intenta escribir la historia de una pareja de lesbianas o la historia de dos chicas que se desamoran producto de la traición.

miércoles, 14 de enero de 2015

Mayor Tom, la tierra lee tu bitácora


No habrá justicia para la buena poesía en Honduras hasta que otras cosas se resuelvan, hasta que se logre entender que el poeta es más que un viajero por el universo oscuro de la creación literaria. No habrá justicia hasta que se abandone la pose del poeta de facebook y avancemos a dialogar sobre las cosas verdaderamente importantes para la construcción de una poética honesta. Lo anterior es debido a que hay obras con las que uno no tiene muros, entonces entran y tocan las fibras más sensibles que se pueda tener.

Por ejemplo, La bitácora del mayor Tom de Armando Maldonado, un viaje con la sonoridad de la urbanidad. En contexto, Bowie, pero lo íntimo dentro de este viaje en este libro es la condición más humana que posee. Es decir, esa capacidad que tiene Armando de entregarse para multiplicar una historia en la que se va descubriendo color y textura de una voz cuyo eco se encuentra quizá en las estrellas.

Hago un alto en la lectura, porque debo ir corriendo a youtube y poner el Space oddity de Bowie para continuar. Bien, ahora puedo continuar.El título es ya para los entendidos la referencia directa al maravilloso disco de Bowie. Pero siempre que leo textos sobre poetas que además son astronautas, inevitablemente hay un sin número de referencias que se cruzan y por favor, aquí uno va desde Kubrick hasta ET. Desde El principito hasta Contact, y uno sabe que a pesar de tanto viaje espacial siempre se encontrará el soñar del universo en las pupilas de la mujer amada. Precisamente nos buscamos en el espacio para encontrarnos en la tierra. Y el Mayor Tom lo sabe.

No hay justicia en Honduras para la buena poesía Mayor Tom, por eso tu viaje es la odisea espacial que te has echado a andar. Mayor Tom, no hay puesto de control y tu casco de astronauta cabe en las manos de una mujer. Mayor Tom, también vos sos el sol. Mayor Tom, cambio.

(Diez, nueve...)
El universo es un pájaro negro
que se alimenta de hombres humillados.

El camino es una travesía de horrores y cielo abierto.
Cada segundo es un animal cuestarriba
que no llega nunca a la morada de los ofendidos.

Asegúrese el casco y el traje porque el infinito
buscará comerle los ojos
como un festín que propician las tinieblas.

(Ocho, siete...)
Trace la línea de ruta.
Escriba canciones sobre un mapa
y cántelas en el sueño de cada río.

El mundo se pondrá al revés cuando parta
y no habrá mano generosa
que detenga la arena del reloj.

(Seis, cinco...)
Los barrios polvorientos levantarán los ojos
ante el minotauro de fuego que alzará en el despegue,
meteoro en retroceso hacia la muralla azul del cielo,
donde los ancianos envían cartas a sus
antepasados.

(Cuatro, tres...)
No llore al salir de la atmosfera,
es imposible formar un océano al oeste de una galaxia.

Planet Earth is blue and there`s nothing I can do.

(Dos, uno...)
Compruebe la ignición de los sueños que tuvo cuando joven
y trate de regresar con ellos envueltos en papel de fumar.

(Cero, despegando...)

Que la luz no se pierda en sus ojos.

Buen viaje

sábado, 10 de enero de 2015

Leer la musicalidad de la voz poética


En una entrevista Pedro Aznar explicaba que hay canciones que se cantan con el alma, con las entrañas, que ese proceso responde al llamado de un canto universal, la voz cósmica de la música. En poesía también se debe procurar cantar con la voz primaria, eso que es la experiencia vital del poeta. El acto creativo del artesano de la palabra.

Pero el proceso creativo aquí no es producto sólo de la genialidad, es también el esfuerzo cotidiano por encontrar el momento poético del que este artesano, el poeta, sacará lo mejor de la materia prima, la poesía, para construir una obra que no sea otra cosa sino un canto con la voz primaria, el grito ancestral de lo humano.

La lectura de Wingston González en su Miss muñecas vudu es leer el reflejo de la construcción de un poeta cuyo oficio de escritura está en un punto que puede decirse de él que ha alcanzado lo universal. El lenguaje poético moldeado hasta un punto sin retorno. La estructura musical de la poesía aquí es brutalmente honesta que conlleva ese reconocimiento del canto materno en él.

Lo vertiginoso del cuerpo del texto se encuentra en la ruptura con lo oficialmente aceptado. La RAE tendría que reescribir su diccionario para entender los códigos, pero más importante aún es que tendría la RAE que olvidarse de su visión de lo literario, de lo formal, de lo que hasta ahora conoce del mundo para poder sentir el espíritu de la obra. Consciente de esto, se puede disfrutar del vaivén de figuras descompuestas. Parece entonces que el cuerpo del texto tiene una movilidad similar a la del agua que caudal abajo corre con la velocidad y la cadencia que la tierra misma le da.

Limpio de forma y con una intencionalidad clara con respecto a lo conceptual, Miss muñeca vudu es una de las piezas literarias más bellas desde lo estético que la región centroamericana posee. Leer y lo que parece es que leés los sonidos del jazz, eso pasa cuando se lee a Wingston González.

VII. Soñar con piernas que se quebran en los dientes

soñar con piernas que ce quiebran en los dientes
            Eva sola se salba, amor mio
del fruto de la mitologia
            Eva sola se salba
a la cayes los fantoche de palo de mallonbe
despues de la medianoche sin madre
despues de la escritura de los crepusculos
despues de lebiatan africano fuera de aura
despues de lus de puesta de sol sobre sobre mutilaciones
despues
             runing, falling

             regge time, Eva se salba
al mundo y su epitafio, a las mechas y a la sal
a su cuerpo sin sangre, al grito
y a los orichas borrados de tal tradicion
que antes de barca fuecen familia
para Birgen Calabera, para la Birgen de la Nada

la señal, la llabe, la carne que no morira sin trofeo
los faroles de la tierra y los faroles de la sal, mi negra

Eva sola se salba
de las cosas en el leguage que lo minan todo
y de los oteles por tu fuego destruidos

pág. 23.