jueves, 28 de agosto de 2014

La microficción de los talleres de creación literaria, homenaje a Cortázar

Los chicos y las chicas del IGA en pleno cadáver exquisito. | foto: Jessica Guifarro

Estuve dando un taller de creación literaria en el IGA en Xela, con los chicos y las chicas del círculo de lectura de la biblioteca estudiantil, el taller rondó las nuevas formas de escrituras desde el uso de las redes sociales y ya que era el mismo día en que Cortázar cumpliría 100 años, decidieron hacerle un homenaje con este micro a uno de los narradores más significativos de la literatura contemporánea de Latinoamérica, se los dejo aquí, sin corrección de estilo ni de ningún tipo, así como ellos y ellas lo hicieron:


Juan estaba aburrido y pensó en llamar a su amigo Cortázar. 

Cortázar en la gran furia al escribir su cuento, el único pasivo de la habitación era su gato. Al darse cuenta el internet no funcionaba, contestó la llamada de Juan. Entonces abusivamente le dijo: 

—¡ALÓ! Tu esposa murió” 

Silencio en la línea

El corazón de Cortázar no soportó el impacto de la noticia, y murió. Juan al otro lado de la línea:

—Era broma, estaba aburrido.

Tuu, tuu, tuu…

Autores del microcuento
Héctor Flores
Sofi Ovalle
Mérari Legrand
Daniela Fuentes

lunes, 25 de agosto de 2014

La poética de la ternura en Wilson Loayes


Ángel González, poeta enorme español dijo alguna vez algo así como, «escribir con sencillez requiere de un esfuerzo enorme y te puede llevar toda la vida», ¿cuánto es entonces una vida? Aunque tenga muchísima razón González es inevitable hacerse la pregunta. Mestre (y no pretendo llenar de citas el texto) dice que «la poesía es un proyecto espiritual». Nada es más cierto como de que si la poesía no es un proyecto espiritual todo lo demás resulta ser impostado, no pasará jamás de la pose, de la pirotecnia y la retórica.

Un poeta debería (y no quiero dar tips de qué hacer) asumirse más como un artesano, sí, un artesano de la palabra. Y es que a veces encontramos más poesía en un tuit que un libro entero. Qué fácil resulta ser un «poeta wannabe» y golpearse el pecho, decir la palabra «poeta» y pensar en esto como si serlo significa tener un título feudal, cuando la poesía es un proyecto de vida, que tiene una relación profunda y directa con los hilos más humanos del creador, esos hilos sensibles que propician el papel de artesano al poeta.

Y todo eso para hablar de «Como nos lo dejaron los abuelos» (Metáfora Editores, 2014) de Wilson Loayes, poeta joven y sensible, cuya construcción literaria no está impostada en la parafernalia del medio literario ni en la pose de ser poeta indígena. Wilson, proviene de una hermosa comunidad del occidente guatemalteco llamada San Juan Ostuncalco (o «Colina de los tres tambores»). La poética de Wilson es aún muy joven, claro, con 23 años todo lo que hagás va a caber en este término de lo que es «joven» y lo que no lo es. Y los chicos y las chicas no necesitan demostrarle a nadie que son poetas más que a ellos y a ellas. Aquí no hay una serie de pasos como manual poético a seguir y que al completarlo ya se te embiste como poeta. La poesía, repito, tiene una relación profunda con los hilos de la vida.

Soy la silla junto a la ventana

Me acomodo viendo la llanura
anhelando ser la grama
las flores
las bestias
el sol
la lluvia
el día
la noche
el niño
la mujer
la más mínima cosa que se mueva

Sueño reencarnando en todo eso
hasta en la silla junto a la ventana.

Silla junto a la ventana | pág. 6

«Como nos lo dejaron los abuelos», me doy la oportunidad de decirlo, es un hermoso regalo, un hermoso regalo de vida, que te hace regresar a ese estado natural de la ternura, es decir, la ternura en estado puro, sólido, consistente. Si hay un fórmula para hacer de la ternura, poesía, Wilson la tiene y no es algo que salga forzado, que la distracción del Yo entorpezca, es aquí una obra tierna, y es desde aquí que valoro enormemente el acto subversivo de escribir porque es escribiendo que el poeta se hace poeta y no llamándose a sí mismo poeta desde el escenario. Dicho todo eso, hay que decir que todos y todas estamos llamados y llamadas a leer el poemario de Wilson y descubrirnos tiernos y tiernas en su poética.

Las aves
no ven fronteras
las aves

no le niegan su canto
a la mañana
aunque llueva
aunque esté nublado

Nunca he oído
decir a un ave:
Hoy no cantaré aquí
porque es otra tierra

Las aves simplemente cantan

en donde sea

las aves ven el mundo
con ojos de poeta.

Aves | pág. 10

Los dioses pensaron en el hombre
el hombre nació

Los dioses pensaron en la flora y la fauna
nacieron las dos

Los dioses pensaron en el lenguaje
el lenguaje nació

Los dioses pensaron
existimos en su mente

no somos nada
somos pensamiento

Los dioses escriben

Somos la voz que nos lee.

Somos poema | pág. 30



Wilson Loayes
(San Juan Ostuncalco, 1991)

sábado, 23 de agosto de 2014

La estética del dolor de Estuardo Prado


Reflexiones sobre el crack antes de un derrame II
[fragmento]

Llevaba varios días de estar en su casa sin salir para nada de ella. Había recibido hace tres semanas su cheque, esto fue el día sábado en la mañana. Fue a cambiarlo a una vetanilla especial y al tener el dinero en efectivo se fue a comprar lo que necesitaba para toda la quincena. Lo decidió así porque ya estaba cansado de ir tres o cuatro veces por semana a comprar, lo cual era arriesgado.

Agarró sus 800 quetzales y los distribuyó por orden de prioridades: 400 quetzales en crack, 300 de la renta de la casa, y lo demás en comida. Aunque en realidad lo único que le interesaba era tener suficientes piedras, además con suficiente crack no tendría que pasar penas; pues con éste ni hambre le daba. Al empezar a fumar todos los deseos desaparecían, ya no quería ni dinero, sexo, o cualquier otra cosa. Todos, absolutamente todos los deseos desaparecía inmediatamente; concentrándose y convirtiéndose en un solo y gran deseo el cual podía satisfacer a totalidad al pegarle un buen jalón a la pipa. Sintiendo como eran satisfechas todas sus necesidades en una sola y profunda inhalación. Por eso era importante tener suficientes piedras, pues si se le acababan antes del tiempo vendría la gran frustración, en donde ni el sexo, ni la comida, ni nada podría evitar que decayera en la más profunda angustia y desesperación. La cual a veces llegaba a concretarse en profundos y persistentes pensamientos de suicidio.

Ya con sus 17 paquetes, pues le habían regalado uno por lo grande de su compra, se fue a su cuarto emocionado. Al llegar a su casa, como era sábado decidió relajarse un poco y disfrutar de unas cuantas quemadas, además, había que probar la calidad de las piedras pues a veces cocían la coca y el bicabornato en cucharas usadas, dejándole un sabor horrible a café. Una vez hasta sabía y olía una a ajo.

[...]

Editorial X, 1998.

lunes, 18 de agosto de 2014

El hombre que fue jueves de G.K. Chesterton


I. Los dos poetas de Saffron Park
[fragmento]

El barrio de Saffron Park —Parque de Azafrán— se extendía al poniente de Londres, rojo y desgarrado como una nube del crepúsculo. Todo él era de un ladrillo brillante; se destacaba sobre el cielo fantásticamente, y aun su pavimento resultaba de lo más caprichoso: obra de un constructor especulativo y algo artista, que daba a aquella arquitectura unas veces el nombre de "estilo Isabel" y otras el de "estilo reina Ana", acaso por figurarse que ambas reinas eran una misma. 

No sin razón se hablaba de este barrio como de una colonia artística, aunque no se sabe qué tendría precisamente de artístico. Pero si sus pretensiones de centro intelectual parecían algo infundadas, sus pretensiones de lugar agradable eran justificadísimas. El extranjero que contemplaba por vez primera aquel curioso montón de casas, no podía menos de preguntarse qué clase de gente vivía allí. Y si tenía la suerte de encontrarse con uno de los vecinos del barrio, su curiosidad no quedaba defraudada. El sitio no sólo era agradable, sino perfecto, siempre que se le considerase como un sueño, y no como una superchería. Y si sus moradores no eran "artistas", no por eso dejaba de ser artístico el conjunto. Aquel joven —los cabellos largos y castaños, la cara insolente— si no era un poeta, era ya un poema. Aquel anciano, aquel venerable charlatán de la barba blanca y enmarañada, del sombrero blanco y desgarbado, no sería un filósofo ciertamente, pero era todo un asunto de filosofía. Aquel científico sujeto —calva de cascarón de huevo, y el pescuezo muy flaco y largo— claro es que no tenía derecho a los muchos humos que gastaba: no había logrado, por ejemplo, ningún descubrimiento biológico; pero ¿qué hallazgo biológico más singular que el de su interesante persona? 

Así y sólo así había que considerar aquel barrio: no taller de artistas, sino obra de arte, y obra delicada y perfecta. Entrar en aquel ambiente era como entrar en una comedia. Y sobre todo, al anochecer; cuando, acrecentado el encanto ideal, los techos extravagantes resaltaban sobre el crepúsculo, y el barrio quimérico aparecía aislado como un nube flotante. Y todavía más en las frecuentes fiestas nocturnas del lugar —iluminados los jardines, y encendidos los farolillos venecianos, que colgaban, como frutos monstruosos, en las ramas de aquellas miniaturas de árboles.
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Novela en PDF.

jueves, 14 de agosto de 2014

Hoy arranca el décimo FIPQ

Francisco Nájera en plena lectura. | foto: Julio Serrano Echeverría

Hoy arranca el #XFIPQ, uno de los espacios más nobles de Centroamérica. Xela, que se ha convertido en mi casa desde ya seis meses, no sólo es una ciudad hermosa, fría, es la sede año con año del Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango.

«Cuando conozcas Xela te vas a querer quedar...» es lo que te dicen, cuando la conocés no sabés por qué te querés quedás, cuando te quedás, no sabés por qué estás aquí, qué de lo metafísico de esta ciudad te atrapa. El FIPQ es una verdadera fiesta, un homenaje a la vida, a la amistad, la poesía es el medio y la excusa.

Este año el FIPQ está dedicado a un poeta enorme, Francisco Nájera, un poeta que no lleva la poesía como título feudal ni se levanta altares solo. De su poesía, diré que es de los poetas más honestos que he podido leer y de su personalidad, que quiero envejecer con el mismo glamour. No cabe duda que la mara de Metáfora ha tomado esta elección escuchando la voz de los abuelos.

El primer poeta que vi fue a Balam Rodrigo, quien en el marco del FIPQ presenta su «Braile para sordos», Balam es una de las voces referentes de la región, un ser humano honesto, un poetazo del que los poetas jóvenes aprendemos cotidianamente. Se presenta de la colección «Escénica/Poética» de Catafixia, la puesta en escena de «Soledad brother» de Javier Payeras, cabe decir en este punto que es en «Soledad brother» donde tenemos lo que los poetas jóvenes de Guatemala encuentran el parte aguas de la poesía guatmalteca. Catafixia, dirigido por nuestros queridos poetas Carmen Lucía Alvarado y Luis Méndes Salinas, presentará «Sujeto de la letra A» del maestro Nájera. A grosso modo, esto es lo que puedo señalar como los puntos principales del FIPQ que este año llega a su décima edición, fortalecido por un amplio trabajo que respalda al equipo que lo hace posible.

Agenda aquí.

lunes, 11 de agosto de 2014

El mar que nos unió en dos fragmentos



Fractura

Cuando cierres la puerta
y me dejes aquí
como campo de batalla malherido,
abierta: Yo,
con los cadáveres del tiempo
   arrimados a mi pecho,
con la sangre derramada
   de la huida,
con tu voz que me llama
   desde un corazón en guerra,
llegaré a deshora.

No mires hacia atrás.

No nombres este cuerpo.

Mar Alzamora Rivera
Panamá, 1981.

Arrecife

Viejo
tu esqueleto es de coral
donde se arriman las almas-algas
abrigo marino
de generosa sabiduría
piel curtida por soles y vientos
voz cascada
hontanar de historias añejas
eres pleamar
has desembarcado
sorbido
vivido
nadado
surcado
muchos mares, muchas islas
las almas se han desplegado ante ti como playas
en ellas has dormido
muchas veces.

Malanie Tylor Herrera
Panamá, 1972.

sábado, 2 de agosto de 2014

The act of killing, una mirada a lo bizarro y a lo enfermo de una sociedad


¿Quieren conocer cuál podría ser el futuro de un país como Honduras? ¿Saben dónde está Indonesia? ¿Se fijaron en la etiqueta de sus productos que dice «made in Indonesia»?

The act of killing de Joshua Oppenheimer retrata cómo un grupo de gansters revive sus años de matanzas en Indonesia, cómo se enorgullecen de haber matado a miles de personas por ser comunistas. También deja ver lo enferma que está la sociedad indonesia y la impotencia de poder optar por una sociedad completamente distinta. Indonesia es controlado por el militarismo y por una red de gansters ligada a los partidos políticos y los militares.

Lo primero que te captura es cómo el personaje central del coumental, Anwar Congo, explica la forma más eficaz de matar a un comunista sin derramar sangre, y lo explica como si explicara cómo se le tuerce el cuello a una gallina para la sopa del domingo. El documental da giros impresionantes, retrata la vida privada de los asesinos con sus familias, sus conversaciones y sus contradicciones, las aspiraciones de filmar una película con sus propias incapacidades fílmicas y sobre el final, cómo Anwar Congo rompe en llanto, se quiebra, al darse cuenta que ha matado a miles de personas y es víctima de su propia historia.

En lo personal, llega a un punto en el cual no le creo nada a Congo, no sé si ese acto de quebrarse ante la cámara sobre el final del documental es actuado o es real. Lo que queda claro es que Anwar Congo es uno de los tantos asesinos indonesios que no le tiene el más mínimo respeto a la vida de un ser humano si es comunista, pero también es el más afectado por los actos cometidos durante su vida. Si se quiebra es porque con el proceso de documentación y el intento ridículo de hacer una película que les retratase tal y como han sido, se ve confrontado con su propia existencia y su propia muerte. 

El documental ronda lo bizarro y lo sublime, por estar tan bien logrado. Nada qué decir. El genocidio en Indonesia dejó un millón de muertes.