anoche, cuando recién llegaba a casa con el libro en mano, lo primero que me dijeron al verlo fue «¡ah, para mojarse leyéndolo!», claro que yo no lo había pensado así.
***
Ella entró al cuarto cansada. Sobre la cama estaba él, roncaba. Se quitó la blusa, luego la falda. Él, roncaba. Se sentó en la orilla de la cama. Lo observó. Cerró los ojos y respiró profundo. Soltó su pelo, lo acarició. Recordó aquella vez en casa de sus padres. Cruzó las piernas, un calor invadió su vientre con los recuerdos de aquel cuarto pequeño, incómodo. Donde el suelo se volvía un estorbo, límite para las caricias. Abrió los ojos. La habitación estaba obscura. Solamente se escuchaba el reloj y sus ronquidos. En qué momento pasó esto entre nosotros. El allá, yo aquí. Antes luchaba por no caer en sus labios. Trataba de no desear arrancar su piel y cubrirme con ella. En qué momento pasaron a ser mejores mis sueños que la realidad.
Abrió los ojos. Los ronquidos de nuevo. Volvió a cerrarlos. Comenzó a acariciar su muslo, su entrepierna. Mientras él roncaba, sus latidos aumentaron. El calor comenzó a subir en busca de un ritmo. De pronto, los ronquidos de su esposo dejaron de ser importantes, hasta volverse eróticos. La cama adquirió movimiento y por un momento sintió como si ésta hubiera sido arrancada del suelo y la elevara. Con cada movimiento de su mano, se excitaba más, y de pronto estaba ella sola, iluminada, llena de gracia por ese orgasmo que fluía una y otra vez, sin descanso. Trató de no gritar, un leve gemido fue lo único que pudo liberar. Esa noche durmió como un bebé. Al otro día, ella preparó el desayuno cantando. El la observaba, extrañado.
–Parece que hoy amanecieron contentas
–Sí, ayer dormí de lo mejor.
–Qué bueno gorda. Ya muchos días que llevas sin dormir. De plano lograste dormir porque no ronqué.
Ella sonrió mientras servía el café.
Love madness de Marilinda Guerrero Valenzuela | pág. 121.
2 comentarios:
Me saco una sonrisa :)
Gracias.
Precisamente, de eso se trata todo esto.
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