Antes de verte a vos
los ojos
Olvido el país de donde
soy.
Antonio Cienfuegos
Otra
versión de vos El Salvador, bajo la mirada del eterno migrante es migrar con la
memoria atada a tu origen.
Así
comienza el viaje, así se adentra uno en un texto transversal en su
construcción, así es que uno va llegando al comienzo de la fragmentada historia
de Centroamérica. Para no dejar espacio de duda ni de tregua al lector.
Arrastrarlo, llevarlo hasta el borde y luego tirarlo sin escrúpulo alguno al
abismo de lo ancestral.
Otra
versión, de tus manos y tus dientes. Otra versión, de tu mirada tardía. Otra
versión llenita de tu olor. El verdadero gigante es atravesado no por la piedra
salida de la honda sino por el golpe certero de la palabra.
Esta
migración no permite boleto de viaje para la nostalgia vacía ni al llanto
taimado. Esta migración es de la sangre, del natural curso de la vida misma, de
los colores que forman la bandera de una victoria alzada en la trinchera última
que no cayó en el combate del siglo. Desde las entrañas de la muerte, del
genocidio y del verdadero héroe de una guerra anclada en las sienes.
Hay
un río y es muy grande, dejarnos llevar por él es convertirnos en él. Este río
se agranda y nos devuelve el recuerdo, las instantáneas de nuestra vida. Así te
conozco, es así como llego también a mi propio rastro, porque también tengo un
apellido bastardo y también por mi sangre corre algo, algún gen heredado por
esa otra mujer, la salvadoreña que emigró a Honduras y parió cinco hijos.
Leer
a Cienfuegos es encontrarse con él y con su tribu de historias inacabadas, y al
decir inacabadas me refiero no a su obra sino al origen de ellas. El epicentro,
lo que hace que del volcán salga lava hirviendo.
He
leído la edición que se hizo para Public Pervert, pero también la otra versión
de Otra versión de vos, la que pronto saldrá publicada por subVersiva, entiendo
así que esta versión tampoco es la última porque el autor no se permite tener
una versión única ni de él mismo. Parto del hecho de esta dualidad sincrética
que es la de ser salvadoreño pero además mexicano.
Antonio
Cienfuegos, es poeta y no poeta, esto es porque construye la palabra con el oficio del poeta pero
además es un fiero convencido de que las estructuras son para destruirlas, que
son el mero tránsito para lo que realmente importa, lo humano. La poesía puede
ser el soporte pero en sí misma la poesía no sería posible sin la experiencia
cotidiana de su autor y cuando hablamos de un autor como Cienfuegos hablamos
además de la simbiosis del legado mexicano y de los códigos que El Salvador y
la guerra dejaron en él.
La
migración misma puesta aquí como la mutación natural de este pequeño monstruo,
que con el puño lleno de los pedacitos de su historia nos deja un texto que se
deconstruye cotidianamente.
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