Mi abuelo conversa con Clint
Eastwood
El viejo, en el viejo oeste de
la selva de San Salvador,
apostado en el pórtico de sus
recuerdos
emulando a aquel otro grande y
enjuto anciano duro
de tensas tersas arrugas
relámpagos en el rostro
en su última película donde
fumaba y escupía
también en su pórtico (el del
“Gran Torino”)
como queriendo recordar aquella
edad
en que era Harry el Sucio.
Mi abuelo conversa con Clint
Eastwood
desde su selva donde creció
como el mismo Duncan en la
“Venganza del Muerto”
pero mi abuelo no fue actor
su película era la vida misma
por eso sus arrugas tienen más
matiz
y son más nítidas que las de su
contraparte ficticia.
A los doce años le decían El
Zarco
y tenía ya sobre sus hombros
mayores hazañas
manejaba tractocamiones y
revólver.
Clint Eastwood no sabe de mi
abuelo,
no sabe que lo que él soñó ser
en películas
toda aquella hombría y
tremendos huevos
que siempre cargó colgando
desde los reflectores
existían en la vida real.
¿Qué piensa mi abuelo de Clint?
Le pregunto mientras fuma en su
casa
alejado del su pórtico en San
Salvador
con el aguardiente indeleble en
la memoria.
…
—Yo le enseñé a tirar sin
desenfundar. Me responde…
…
A Don Toño le pelaron los
huevos los guerrilleros
y el ejército nacional
los yankyshijoeputas también le
apostillaron esa vaina
y la mimierda fálica
siempre la trajo fajada al cinto.
Era de aquella raza de hombres
que aún usaban machete
—yo recuerdo que de niño me
laceré los dedos
tratando de emularlo—
Pero Clint Eastwood quiere
conversar con mi abuelo
le platica de tal y cual
mustang
de tal y cual revólver
de tal y cual guerra urbana
—pero el Señor Eastwood usa
balas de salva
de esas que no matan ni el
espíritu—.
Ambos tienen ahora ochenta años
pero mi abuelo ha burlado la
muerte tantas veces
que tiene el derecho de reírse
a carcajadas de la vida
y cuando conversa con su amigo
Clint no duda en decirle
que a él no le han matado a su
hermano en Honduras
ni que su madre parió cinco
hermanos
de diferente padre
y que sin embargo él no tiene
maquillaje en las arrugas
sino aguardiente en las
heridas.
Y ni Clint Eastwood rememorando
sus más grandes hazañas logra
mínimamente igualar al bastardo
de mi abuelo
(huelga decir que yo también
soy bastardo,
pero de las raíces y el
espíritu).
Bien pudo ser su doble, manejar
tráileres
conducir ebrio por la vida
montar miles de vírgenes
encañonar otros miles de
hijoeputas
Clint Eastwood bien pudo ser el
doble de mi abuelo
en las nítidas selvas de
Usulután.
Son dos grandes viejos
similares
que han platicado un par de
veces
sólo cuando mi abuela despierta
al viejo de la siesta
lo convence de que Clint
Eastwood fue un personaje ficticio
basado en su
vida.
[...]
Tecún Umán
Agita los poros de nuestros huesos
esta selva carcome cada
centímetro de piel
La distancia entre mi abuela y
Tecún Umán es larga
La gente parece cansada después
de no hacer nada
aunque hayan segado el campo
recogido frutos de palmitos y
palmeras tropicales
caminado largos senderos
donde oscuros Atilas los
encoyuntan
no han hecho nada… nada
El reloj en la pared está
detenido desde hace cinco horas
el relojero del pueblo hace
mucho se olvidó del tiempo
como Dios olvidó tan rápido
este ajuar del infierno
Los ojos del viejo doblado y
ebrio quieren salir de aquí
pero todo esto es una prisión
una jaula de cocos, bananos,
cafetales, una jaula de humedad
donde ni niños jugando el barro
son felices.
De ahí no hay más
diariamente aparecen muertos
¡maras o policías! Qué más da
¡carajo!
muertos todos bajo una
anochecida guerrilla urbana
Todos los que hemos pasado por
Tecún Umán
estamos
jodidos por el resto de la vida.
Antonio Cienfuegos
San Salvador, 1981.
No hay comentarios:
Publicar un comentario