miércoles, 30 de abril de 2014

¿A 60 años de qué?


Honduras es un país miserable, es un desmoronamiento permanente que nadie puede parar, que nadie pretende parar. A 60 años y parece que fue ayer, cada año parece que fue ayer, cada año nos dan ganas de tener el Enterprise y viajar en velocidad warp para alejarnos más rápido de esta realidad que nos supera a todos y a todas.

Antes de que vengan los puristas a decirme que me he despolitazado y que debería volver a militar para tener argumentos suficientes para poder hablar, deberíamos abordar temas más importantes que ese detalle, por ejemplo, el desaparecimiento por completo de la razón de ser del movimiento popular hondureño, el movimiento popular hondureño en sí está tendido en la lona, como el ruso que perdió contra Rocky. Nada lo levanta, nada es capaz de hacerlo reaccionar, y en mucho se debe a que la lucha real, la concreta manifestación de una clase obrera, no organizada, pero sí medianamente organizada ha sido sustituida por la lucha virtual, el comunicadito de prensa digital posteado y reposteado en las redes sociales, el meme anti imperialista y a veces vulgar que mucho militante de feisbuc utilizará este 1 de mayo y cada puto día del año. Eso, pequeños y pequeñas, es nuestra revolución y claro, acompañe usted con la canción que más le guste de Café Guancasco, porque eso es la verdadera cara del proceso hondureño después de 5 años de Golpe de Estado y los jueguitos de Zelaya a quien no le importa absolutamente para nada cada puto muerto que la Resistencia, sí, la Resistencia real, cada muerto que ella ha ofrendado a la causa, cabe decir aquí que a esos burocratas de mierda que están en el FNRP tampoco les importan los muertos.

Entonces, la nostalgia es insignificante en un país con tazas de violencia y crímenes de género por las nubes, ¿por qué tanto forito sobre la Huelga del 54 y ni siquiera saben explicar lo de 2009? Para variar, uno de los grandes aportes de la militancia virtual es el desconocimiento de lo que en verdad debe estar en el plano de discusión y la pérdida absoluta de la formación política de los militantes revolucionarios, por ejemplo: a esos niños y niñas del feisbuc los militantes más viejos no les han dicho que hay sustancialmente grandes diferencias entre el revolucionario y el rebelde, por eso es que escriben consignas que luego gritarán en las calles como rebelde y organizado, avanza el estudiantado (carita de la lengua sacada) y luego la respuesta contundente de tiemblen burgueses que el socialismo crece (carita de gato). Si eso no es prueba de que la revolución hondureña es un paquín de una historia de tragedia, con instantes lúcidos de comedia clásica y algo de gore, no sé qué puede comprobarlo.

A 5 años del Golpe de Estado de junio de 2009 y la nostalgia por la Huelga de 1954 nos invade con la claridad que sólo cuando vemos venir a nuestra novia podemos percibir, en fin, la torpeza de un proceso que conscientemente ha sido orientado al fracaso nos dará la razón. La última reserva moral en Honduras queda en la lucha de los estudiantes de la Universidad Nacional, pero esos estudiantes no tienen la fuerza para hacer la revolución que tanto panfleto anuncia, y lo anuncia tan bien como los cristianos a la segunda venida de un Cristo que junto con esta idea de la revolución en la tierra del hastío absoluto se devalúan con la rapidez del lempira frente al dólar.

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