viernes, 2 de mayo de 2014

Poetas del rock: Luis Alberto Spinetta


Guitarra negra es el poemario de Luis Alberto Spinetta, publicado en 1978. De Spinetta no hay mucho qué decir pues no vamos a discutir sobre la calidad de artista que era, basta hacer un breve recorrido por su producción discográfica , quizá entonces lo que llama la atención es que haya publicado un único libro y que recién me acabo de enterar, debo agradecer al querido poeta posmiaus David Rosales por hacerme llegar el libro y por lo que dejo aquí tres piezas del texto y decir que Luis Alberto Spinetta es clave si se quiere entender el rock en español y su evolución siempre estará de más.

IV

Los puentes de mi conciencia
están desplegados de sus extremos
y flotan en el aire tibio
como cosas dispersas.

Unas tremendas manos vacías
sobresaltan mi soledad
haciéndola aún más inexistentes
pronunciando a tientas
las sucesivas muertes de mi alma,
mi alma de jarrón.

Hoy veo sólo la espuma
sobre la que retozan
los enternecidos desechos de mi esqueleto.

Población

Van a venir a golpear
al torpe herrero
por haber devorado a su perro
tras la fonda del paredón blanco.

Irán a encontrarse
dos amantes innatos
que no se aman
pero conocen los lugares estériles
donde precipitar.

Detendrán a los viajeros
unos pregoneros borrachos
y los desnudarán
y les robarán las joyas.

Los chicos van a venir
a celebrar en las tumbas
con sus cumpleaños de gasa
sus gorros burlados
sus pasos de nieve.

Se juntarán las tristes hormigas
alrededor del charco de leche caída
sobre el trozo de carne olvidado.

Caminará el sacerdote sediento
los faldones de tierra
que separan las verjas
de la iglesia sombría
a la que ya nadie acude.

El lobo aullará
despertando a la gente
y sólo será su quejido
motivo de vigilia y de espera.
Vendrán a quitarle los rostros
a la falsa abuela
y a la atónita bruja amnésica.

Ok

Antes de saber que era una piedra
Ese señor ya había desaparecido
Su señora husmeaba los lugares
con un velo de pena.

Pasaba delante de su propio marido, sin verlo
Volvió llorando
a dormir sus lutos con el verano que podía.

Como todo seguía igual
decidió mudarse.
Y se llevó solamente una valija como un juguete.

A los pocos meses
el marido sobrevino de la nada.
Y desapareció la piedra
sin haber sabido que fue un hombre.

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