miércoles, 14 de mayo de 2014

Guillermo Anderson: Guardar silencio para poder crear


La mediocridad hecha música, porque de un cerebro con poca producción de neuronas sólo se puede esperar cantos paisajistas, odas a la fauna y el eterno remix del menú de un restorán de comida típica. Basta, hay un país que se está cayendo de adentro hacia afuera y no estamos para el anuncito de tv en compañía de la figura más exótica del fútbol local.

Pero parece que para el señor Guillermo Anderson esto no es importante, lo importante para él es seguir haciéndole el jueguito a las ong´s y a los consorcios publicitarios de la derecha en un país donde la inmensa mayoría no puede ni siquiera comprar la comida del día, educarse, ser feliz.

Ser consecuentes con nuestra realidad es algo que parece ser complejo de entender para el atrofiado cerebro de una caricatura de artista que ha optado por forjarse una carrera sobre el estándar light del medio que hace muchos años le suprimió la capacidad de elegir hacer música y lo convirtió en el mejor monito del circo, el producto de exportación. Sus discos, señor Anderson, se venden junto al souvenir de la estela maya en una tienda para turistas en Copán Ruinas, eso significa usted y su mediocre creación musical.

Supongamos que el país entero cabe en una canción de este señor, entonces usted puede imaginar que con sólo mencionar las tustacas, el tamalito de elote, la sopa de caracol y vea, nada más mainstream que mencionar el río Patuca en la canción es suficiente, genialidad de verso y esperamos no haya quedado en estado de coma creativo:

Río Patuca, Patuca Río.

En otro de sus temas, El encarguito, Anderson hace derroche de genialidad, suponemos que lo que él quiso decir es que la cosa para los migrantes está como jodida pero esto merece un análisis profundo de semiótica para lo que cerebros inferiores como nosotros no estamos capacitados, porque de otra manera es difícil entender las complicadas metáforas de las letras que el señor produce, es algo así como el Arjona catracho, pero en lugar de cantarle a un culito él le canta a las guacamayas, a la iguana, al Cerro Azul Meambar, al garifuna y a la Mosquitia.

Ya que escribiste del norte
y te hacen falta muchas cosas
hay (ahí) te mando un encarguito
cortesía de doña Rosa.

Ojalá pasen la aduana
y las compartas con mis tíos
y que al probarlas se olviden
por un ratito del frío.

Se me ocurre, queriendo hacer el intento de interpretar la maraña de genialidad creativa que debe desbordar a Guillermo en un día común en su vida, que el compa, una tarde cualquiera sale a caminar por La Ceiba, cansado porque el día no le ha dado nada y preocupado porque tiene que cumplir con los tiempos de producción que la cooperación exige, pero entonces ve a un garifuna saliendo del mar a eso de las 4 de la tarde, y piensa, "bueno, esto puede servir...", y es la pachamama en vivo, y sin uso de ninguna ayuda alucinógena, le da la letra, mmm... "Tortuguita", "Madre de los peces", en fin, cualquier cosa sirve.

Y así, mientras a usted la policía militar lo gasea, lo toletea por andar de revoltoso, de subversivo, de ñangara pues, un artista necesita de espacio y silencio para la creación, entender el proceso creativo del artista no es para usted. Hablando de silencio, es interesante cómo mientras se está más preocupado porque se salve el medio ambiente y se preserve el folklore nacional se pueda guardar silencio ante la barbarie del país donde se vive y pretender creer que no ha pasado nada, que los altos índices de violencia y la consolidación de una dictadura atroz no significan nada.

El silencio para la creación artística no es lo mismo que guardar silencio para poder crear. Está claro que mientras Anderson canta para la oligarquía local en algún hotel famoso de la capital hondureña o en la Teletón otros artistas han recibido cantidades incontables de violaciones a sus derechos por defender la dignidad del pueblo que le escucha.

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