martes, 25 de enero de 2011

Clementina la mística

Por: Martín Cálix

Sería imperdonable pasar por alto a Clementina Suárez, pues, en el panorama de la literatura hondureña, leer la poesía de Clementina Suárez es una experiencia deslumbrante y conmovedora. Deslumbrante por la riqueza de materiales anudados en torno a un eje de tipo erótico-amoroso. Conmovedora por construir la apasionada radiografía de una mujer empecinada en conquistar, cada vez más, el sentido de su propia identidad.[1] Esa Clementina mística que la historia aún no termina de descifrar nos revela una Honduras profunda, nos envuelve en un verso apasionado, y porque no decirlo: nos invita a acostarnos en uno de sus versos para acariciar la textura de su país, o tal vez, la textura de su sueño, de ella misma en carne y hueso.

A continuación dos hermosas piezas de Clementina Suárez...

De Eslabón a Eslabón

Ahora
no caminarás solitario
porque yo caminaré contigo.
La lucha nos habrá de tragar juntos
y juntos iremos a la acción.

Una Obrera Muerta


Yo no bajaré a la tumba convertida en harapo,
ni un sólo diente de mi boca se ha caído.
Las carnes en mi cuerpo tienen su forma intacta
y ágil en su tallo se yergue la cabeza.

yo iré a la muerte pero con el labio fresco,
con voz firme y clara responderé a la llamada.
Yo sé que están contados los minutos de la vida
y que jamás el destino su sentencia retrasa.

Sobresalto no tengo por entrar a la sombra,
nadie quiero que venga por mi muerte a llorar,
la espuma de mi sangre como aceite se acaba
y para ése instante a todos sólo pido silencio.

No quiero que ya muerta peinen mi cabello
ni que las manos juntas pongan en mi pecho,
quiero que me dejen así como me quede
y así en la tierra abierta me vayan a dejar.

No quiero que me vistan, ni que me ultrajen muerta,
estando con migo los que nunca estuvieron.
Compañeros sinceros, lo que siempre tuve,
sólo esos que se encarguen de irme a enterrar.

Tampoco quiero seña, ni que una cruz me pongan,
no quiero para mí nada que los pobres no tengan.
Pues aún después de muerta, mi puño estará cerrado
y en el viento mi nombre será como bandera.

[1]Literatura Hondureña Contemporánea/H. Umaña

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