domingo, 25 de agosto de 2013

Martín Díaz en dos fragmentos


0

(No ha amanecido y estoy harto de este día)

Queridos todos:
hoy
que tampoco soy mi dueño
necesito pasar al baño del infierno
a vomitar un poco
o quedarme desencantado por el tiempo
que se nos desprendió el cutis
mientras hacía la tremenda fila
rodeado de cuerpos curtidos de tanta fiesta
para entregarme como un pan de carne
         [a sus bocas
hambrientas de materia disponible
Seré todo suyo
ya sin alfileres
ni cicatrices
pero con el tanque vacío

Necesito sentirme un poco menos destructible
y creo que la indiferencia budista
será el síntoma de la renuncia final
con que me daré a sus manos

Confiésoles también que me hubiera gustado
      [nacer
con la vulnerabilidad menos grande
no despedirme hasta siempre de los paseos
llevando el alma agarrada de la mano
totalmente a disposición de los apuñaladores

(Prometí no llenarme de las palabras de la violencia
hoy tan de moda
ahora me odio).

[...]

(Afuera / ser tragado dolorosamente por tanto cielo)

La eternidad del amor cabe en un momento
              Expende lentamente su luz
              Abruma la sangre
              Se siente venir su olor humano
              su ternura de elefante

Toma por salto a la vida
Aquello más grande que la persona misma
aquello casi inabarcable
queda reducido a un suspiro perturbado
sobre una estructura de carne

Y mi corazón flota frente a esta Dulcinea
      [simbiótica

    Luz en la antena de un pez de lo profundo

Si sobrevive

           regresará a su paraje cavernoso

                           harto de escupirse la mano.














Martín Díaz
Xelajú, 1985.

No hay comentarios: