A continuación les dejo el texto
leído anoche en la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina,
en el marco de la presentación del catálogo hondureño de Casasola Editores:
Por Oscar Estrada
Casasola Editores
Cuentan los historiadores que antes de morir, Froylán Turcios decidió quemar media docena de libros suyos aún inéditos, entre los que se encontraba la mítica novela Anabel Lee. Como Kafka, Turcios destruyó aquello que consideraba indigno de ser publicado. Pero también había en esa dolorosa decisión el reflejo de una realidad que los autores hemos tenido que enfrentar en Centroamérica y, en mayor medida, en Honduras: la falta de una industria editorial.
Dijo Turcios: “…son obras nacionales de notoria importancia colectiva y de verdadera valía. Obras –¿Por qué no decirlo, prescindiendo de ridículas modestias?– útiles y bellas. Y cualquier Gobierno de mi patria, sea nacionalista o liberal, tiene el deber de publicarlas con ediciones empastadas, elegantes y duraderas, en Europa o en Estados Unidos, y en un número que no baje de veinte mil ejemplares cada una. Si así no se hace, y mi adversa suerte me impide editarlos en esa forma, empeño mi palabra de honor de quemar esos libros”.
Más que representar la psiquis y el ego del artista que lo produce, el libro simboliza la esencia del momento histórico en que fue escrito. Publicar, como editorial y como autor, constituye un aporte sólido que desde este momento hacemos a las futuras generaciones.
Al revisar los libros publicados en Centroamérica entre 1875 y 1930 -nuestro propósito era consolidar una colección de novelas clásicas centroamericanas y hacerla disponible al lector contemporáneo-, hemos encontrado que existe un elemento común entre los autores de la época. Sus libros reflejan las tensiones que la reforma liberal generó en la sociedad, la propuesta para la construcción de un estado moderno e independiente, la crítica a la condición social del indio y el campesino, y la búsqueda de la justicia social.
Con el tiempo las inquietudes de los autores fueron cambiando, como también fue cambiando la realidad de nuestros países, pasando por una reforma agraria y la valorización del mundo rural en los años 40 y 50, seguido por los procesos revolucionarios en los años 60, 70 y 80, hasta llegar, en el caso de Honduras, al proceso político actual, intensificado por el golpe de Estado de 2009.
Los libros que hoy tengo el honor de presentar, con la excepción deInvisibles, -novela escrita hace más de 10 años y que ahonda en el tema migratorio, tema que comenzaba a preocuparnos en esa época-, son las obras de cuatro autores que retratan este momento, el hoy, el ahora, cuando las calles de Tegucigalpa se llenan de sangre y la infraestructura estatal se desmorona ante la ineptitud de la clase gobernante.
Isaac Suazo, en su libro Anuncio de Necesidades y Razones, nos presenta un mundo en el que coinciden lo doméstico y lo público con personajes cotidianos, como el líder magisterial corrupto, el militar torturador, la prostituta, el borracho, el poeta suicida, el anciano abandonado y el pilluelo. Todos buscan abrirse espacio en una sociedad que cambió desde 2009 y aún no termina de reacomodarse. Es un libro pequeño, escrito -como todos los demás- con gran honestidad y sin pretensiones “académicas”.
Esta es la primera presentación de Casasola Editores en Honduras, una editorial joven, aún en formación, que busca derrotar la suerte de ciudad por cárcel que se le ha impuesto, injustamente, a la literatura de la región.
Casasola es un proyecto cultural que trae a Centroamérica los últimos avances de un mercado editorial en transformación, para hacer las ediciones que los autores merecen, “útiles y bellas, elegantes y duraderas”, como pedía Turcios, ediciones que nosotros, lectores y lectoras, también merecemos.