jueves, 21 de marzo de 2013

Oscar Estrada: Una idea al papel

A continuación les dejo el texto
leído anoche en la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina, 
en el marco de la presentación del catálogo hondureño de Casasola Editores:


Por Oscar Estrada
Casasola Editores

Cuentan los historiadores que antes de morir, Froylán Turcios decidió quemar media docena de libros suyos aún inéditos, entre los que se encontraba la mítica novela Anabel Lee. Como Kafka, Turcios destruyó aquello que consideraba indigno de ser publicado. Pero también había en esa dolorosa decisión el reflejo de una realidad que los autores hemos tenido que enfrentar en Centroamérica y, en mayor medida, en Honduras: la falta de una industria editorial.

Dijo Turcios: “…son obras nacionales de notoria importancia colectiva y de verdadera valía. Obras –¿Por qué no decirlo, prescindiendo de ridículas modestias?– útiles y bellas. Y cualquier Gobierno de mi patria, sea nacionalista o liberal, tiene el deber de publicarlas con ediciones empastadas, elegantes y duraderas, en Europa o en Estados Unidos, y en un número que no baje de veinte mil ejemplares cada una. Si así no se hace, y mi adversa suerte me impide editarlos en esa forma, empeño mi palabra de honor de quemar esos libros”.

Más que representar la psiquis y el ego del artista que lo produce, el libro simboliza la esencia del momento histórico en que fue escrito. Publicar, como editorial y como autor, constituye un aporte sólido que desde este momento hacemos a las futuras generaciones.

Al revisar los libros publicados en Centroamérica entre 1875 y 1930 -nuestro propósito era consolidar una colección de novelas clásicas centroamericanas y hacerla disponible al lector contemporáneo-, hemos encontrado que existe un elemento común entre los autores de la época. Sus libros reflejan las tensiones que la reforma liberal generó en la sociedad, la propuesta para la construcción de un estado moderno e independiente, la crítica a la condición social del indio y el campesino, y la búsqueda de la justicia social.

Con el tiempo las inquietudes de los autores fueron cambiando, como también fue cambiando la realidad de nuestros países, pasando por una reforma agraria y la valorización del mundo rural en los años 40 y 50, seguido por los procesos revolucionarios en los años 60, 70 y 80, hasta llegar, en el caso de Honduras, al proceso político actual, intensificado por el golpe de Estado de 2009.

Los libros que hoy tengo el honor de presentar, con la excepción deInvisibles, -novela escrita hace más de 10 años y que ahonda en el tema migratorio, tema que comenzaba a preocuparnos en esa época-, son las obras de cuatro autores que retratan este momento, el hoy, el ahora, cuando las calles de Tegucigalpa se llenan de sangre y la infraestructura estatal se desmorona ante la ineptitud de la clase gobernante.








Partiendo a la locura, de Martín Cálix es, como dice el escritor Ludwing Varela, “una balsa parasoportar el peso de la cotidianidad de nuestras calles, de nuestros cafés y de nuestras ciudades”. En este libro encontramos el hastío al que se enfrenta el joven poeta que, buscando alimentarse de influencias externas, descubre en los medios electrónicos la puerta que le permitirá –o la balsa, como dice Varela-, formar parte de esa cultura universal que está allí, afuera, en el mundo, lejos de nuestras avenidas mal cuidadas, llenas de baches y repletas de basura.








Isaac Suazo, en su libro Anuncio de Necesidades y Razones, nos presenta un mundo en el que coinciden lo doméstico y lo público con personajes cotidianos, como el líder magisterial corrupto, el militar torturador, la prostituta, el borracho, el poeta suicida, el anciano abandonado y el pilluelo. Todos buscan abrirse espacio en una sociedad que cambió desde 2009 y aún no termina de reacomodarse. Es un libro pequeño, escrito -como todos los demás- con gran honestidad y sin pretensiones “académicas”.







En Dibujo sobre el silencio, Christian Duartenos confronta con la ciudad que hemos creado, esa que les estamos dejando como herencia a los más jóvenes, repleta de animales oscuros que escupen muerte, sin esperanzas ni salidas. En sus relatos, Christian logra construir la visión de los jóvenes que sienten –al ser ellos y ellas las principales víctimas- que esta ciudad es una enorme “mosca verde” posada sobre cadáveres de niños y niñas. Christian describe su libro como “una búsqueda que orilla a vivir en un mundo infestado de concreto y sangre, de humo negro y denso, de banalidad en el arte y las personas. Un mundo de espectros y payasos, de desamor y muerte”. 






Por último, tengo que hablar de mis libros, comenzando por Invisibles, mi ópera prima escrita hace más de diez años y publicada en 2012. Este libro ha sido, en gran medida, nuestro conejillo de indias en Casasola. Con él fuimos abriendo camino, explorando el mundo editorial, compartiendo esa experiencia con los demás libros y autores que poco a poco han ido llenando nuestra librería y que esperamos sigan llegando. La novela trata el tema migratorio desde una visión tardía del realismo mágico. En ella mezclo la brujería con los estados totalitarios, lo absurdo de sus gobernantes con las condiciones extremas que propician la inmigración.






El otro libro que hoy presento, Honduras, crónicas de un pueblo golpeado, es el testimonio escrito durante el golpe de Estado de 2009. En su momento, el propósito de las notas que componen este libro fue el de romper el cerco mediático impuesto por las grandes corporaciones y que ahora, ya impreso, tiene como objetivo mantener la memoria viva de lo que fueron esos meses de esperanza y represión. En este libro encuentro una visión de los días de sol y lluvia que cubrieron la resistencia, las maniobras del gobierno golpista y los errores de la dirigencia del frente la cual, lo mantengo, le quedó chica a su pueblo.

Esta es la primera presentación de Casasola Editores en Honduras, una editorial joven, aún en formación, que busca derrotar la suerte de ciudad por cárcel que se le ha impuesto, injustamente, a la literatura de la región.

Casasola es un proyecto cultural que trae a Centroamérica los últimos avances de un mercado editorial en transformación, para hacer las ediciones que los autores merecen, “útiles y bellas, elegantes y duraderas”, como pedía Turcios, ediciones que nosotros, lectores y lectoras, también merecemos.

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