sábado, 2 de noviembre de 2013

Los lugares comunes son siempre los más bellos


A Sandy

El año pasado preparaba un artículo que lleva como título el pomposo "Los 20 años de El silencio", mi afán caifanero me hizo escribir la nota, pero nunca la publiqué, hace unos días una amiga me hablaba en facebook sobre la posible fiesta de cumpleaños para otra amiga en común, me doy cuenta que Sandy nació el 2 de noviembre y recordé por alguna razón extraña el artículo, se lo comenté a Gabriela y terminé convenciéndome de publicar, si bien no toda la nota, al menos la parte que corresponde a la descripción de la portada de "El silencio" de Caifanes de 1992, disco que este año pues cumplió 21 añitos de haber visto la luz.

Sin ánimos de joderlos tanto les dejo el fragmento correspondiente a la portada de "El silencio" y otro día les hablo de los 14 tracks de este maravilloso disco:  

[...hablar de El silencio hoy en día se convierte en un remontar de una historia que se ahoga en el latido de un volcán en 1994, pero alejándose de los detalles fatalistas es necesario abordar los colores que circundan en esta pieza invaluable para la historia que compartimos con México por rasgos ancestrales. Finalmente hermanos de sangre.

La mítica cubierta del disco se convierte en el diálogo de una colectividad, con sus símbolos, arriba, los ojos cerrados de una de las primeras imágenes de la virgen de Guadalupe, aquí hay que detenerse un rato: la virgen de Guadalupe es la recodificación por parte del catolicismo de la diosa madre, la madre protectora. En un relato que me contaron, se dice que Ix´chel protege a sus hijos y les regala flores, curiosamente la virgen de Guadalupe se le presenta a Juan Diego o Cuauhtlatoatzin que significa "el águila que habla" en idioma náhuatl y le ordena que corte rosas y se las lleve al obispo Juan de Zumárraga y le diga que en el cerro de Tepeyac desea que le hagan su templo. Guadalupe es personificada como una mujer de rasgos indígenas, mayas-aztecas, con este hecho la iglesia católica termina de ponerle la tapa a la evangelización de las etnias mexicanas y les arrebata a su madre original y se las cambia por una María hebrea transmutada en una mujer más parecida a los futuros devotos en color de piel y contextura física. Ix´chel, la blanca, la madre protectora.

En medio, la nariz y los pómulos de un azteca, la conexión con lo ancestral, la conexión con la raíz, con el motor de la vida. La composición de esta segunda imagen es el intento de volver a lo desconocido pero a la vez a la fuerza violenta que implicó la colonización en nuestra América.

Finalmente y en la búsqueda de la identidad, la boca de una calaca del día de muertos, celebración que implica varias cosas, primero, el viaje a la otra vida, el cruce al mundo de los espíritus y la conexión con el mundo de los vivos. Esta celebración, en la actualidad, es la pura combinación del imaginario simbólico de los aztecas y mayas con el catolicismo.

El día de muertos que se celebra cada 2 de noviembre, es de origen prehispánico, la llegada de la colonia española hizo que la celebración sufriera cambios, el sincretismo que se dio producto de la imposición cultural fue en relación al contenido de la celebración, pero sigue conservando grandes rasgos de la tradición original.

Así, el rostro que finalmente componen estas tres imágenes no son más que el movimiento de una cultura completamente viva a través de su tradición oral, su música y su arte, sus símbolos religiosos de antes, durante y después de la invasión de los españoles, termina siendo rodeado por el contorno de una imagen reconocida mundialmente, la tradicional virgen católica parada sobre la luna, otra vez, el reconocimiento de la madre protectora, Ix´chel y el detalle superior que incluye dos brazos entrelazados sangrando de heridas de crucifixión y al fondo la cruz, símbolo de la religiosidad católica.]

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